21 noviembre 2008

¡¡Hocus Pocus!!

...la cama estaba helada, hasta tal punto, que cortaba la respiración, una sensación no muy distinta a otras noches, aunque ayer estaba especialmente fría. Tras varios días fuera de casa el frío se había colado entre las sábanas haciéndose notar en mis cálcicos huesos. Intento acurrucarme, taparme casi hasta la cabeza, ya poco me queda para desaparecer bajo el edredón y procuro acotar los movimientos para evitar que el insignificante calor generado se escape.

Permanezco inmóvil, me cuesta conciliar el sueño, han sido unos días difíciles, tengo que madrugar para ir a trabajar y me esfuerzo por ganarle tiempo a la noche. Cierro los ojos y dejo que él venga a por mí, parece que viene y me lleva poco a poco, sigo oyendo ruidos en la distancia pero el ritmo de mi respiración decrece y finalmente me entrego al mundo de los sueños... una vez más, ese alguien me ha visitado, no distiguiéndo si soy yo la que le aclama o es él el que me busca, lo interpreto como una señal, seguramente errada pero que se repite de vez en cuando, lo dejo pasar...


Como cada mañana suena el despertador, me ha costado levantarme, sentía el cuerpo un tanto desperdigado pero, hago un gran esfuerzo y rompo con el calor que me alberga mi envolvente catre; me dirijo a la cocina desorientada y, aún aturdida, me preparo un café que me ponga en marcha...

...cierro la puerta de casa tras de mí, bajo las escaleras como un ente, atravieso el largo pasillo que me separa del portal, salgo a la calle, la gélida mañana me azota sin piedad, mis ojos aún están hinchados y pasarán horas hasta que el gesto de mi cara recobre la tensión por el ruido de los coches y el trasiego de la gente con la que me cruzo y esquivo. Tras un escueto y desperezante paseo, llego a la oficina...

...hoy me siento un tanto desubicada, extraña en mi rutina habitual, "será producto del cansancio", me he dicho a mí misma. He hecho amago de llamar por teléfono hasta en tres ocasiones, después de marcar he colgado y he pensado: "paso, hoy no tengo ganas". El tiempo ha pasado demasiado lento, tenía muchas cosas atrasadas de estos días que, en otras circunstancias hubieran contribuído a que las horas hubieran volado pero hoy no ha sido así. Tenía la sensación de llevar mucho tiempo allí sentada, miro de reojo el reloj y tan solo eran las 11:37am: "puff, me queda todo el día por delante y hoy no puedo con la pereza y la desgana". Aún así, he tratado de mantenerme ocupada y evitar espiar los minutos para no caer en la inercia y hacer más presentes esos números digitales que nos marcan tanto las pautas, las costumbres, las obligaciones...
Por fin ha llegado la hora de comer, la de romper con la monotonía, le doy la bienvenida al ecuador del día, pronto pasará la tarde, la mitad del recorrido ya está hecho, a duras penas pero, sé a ciencia cierta que ya no volverá atrás, no hoy... Llega la tan esperada tarde y entre mails, llamadas y facturas reservo un espacio de mi racional cerebro y le pongo a pensar en una palabra mágica que pueda funcionar para hacer y deshacer, frenar y acelerar el tiempo, los hechos y momentos a nuestro antojo, para manipular los acontecimientos de la vida cotidiana... soy consciente de que es una niñería pero mientras tanto me entretengo con esta tarea que elijo libremente para comerme el tiempo que resta.

Me vienen a la cabeza palabras simples, compuestas, todas absurdas y sin sentido alguno, me río por dentro, me hace gracia estar pensando en esto, hasta que de pronto, no recuerdo dónde la escuché antes pero me debió llamar la atención, me digo: "Hocus Pocus", esa ha de ser la que me sirva de ahora en adelante, cada vez que quiera dejar de ver o escuchar me la diré y así ha de funcionar... puedes tomarla prestada si quieres pero ten cuidado no sea que al pronunciarla, tus deseos se hagan realidad...

14 noviembre 2008

Tengo una misión...

No recuerdo el inicio de mi creación ni tan siquiera el momento desde que soy consciente de mi propia existencia, aunque algo en mi interior me hace pensar que debo de llevar por aquí desde siempre... Siento que llevo en este mundo más tiempo del que me gustaría y presiento que hace milenios inicié un viaje muy largo y sin retorno en el que entraré y saldré de muchas vidas sin ser dueña de esta elección, no hay selección previa, solo estaré allí donde me requieran o no haya sitio para nadie más... temida, volátil, repudiada, aclamada, amarga, dulce, pura, dura, finita para algunos, infinita para todos.


Ciudadana del mundo, acompaño a personas de todas las edades, sexos, etnias y clases sociales. Fiel amante e inseparable de algunos físicamente acompañados por otros pero que se refugian en mí y se abandonan, sin demasiada resistencia, al cobijo de mis lazos invisibles a la vez que fríamente tangibles. Si eres buen observador, podrás verme como un reflejo palpable en lo más profundo de sus almas, en sus apáticos rostros, en sus tristes miradas, en sus cuerpos enjutos, en sus conductas, en sus palabras mudas, en sus gestos lánguidos porque cuando estoy, lo ocupo todo... a veces estoy hasta el final de los días, hasta que la materia expira.

Los hay que eligen mi compañía libremente sin ser para ellos necesariamente perjudicial y otros me encuentran con perplejidad en su camino sin saber cómo sacarme de él, porque llegué, aparecí por sorpresa... Hay ocasiones en las que cohabito en la misma morada con la ira, la rabia, la incomprensión, la frustración pero esas son compañías de otra índole. En muchos de los sitios en los que resido no quiero quedarme pero no soy yo la que decido, mi visita dura lo que decida el continente.

No siento miedo pero lo transmito, no lloro pero derraman lágrimas cuando estoy ahí, a veces tengo la sensación de que soy la causa de esas emociones. No lo tengo muy probado pero me temo que también puedo fusionarme con el mundo animal, nunca lo sabré pero lo intuyo...

Con el tiempo he llegado a entender que a veces soy necesaria, que ayudo a despejar dudas, a provocar reencuentros propios y ajenos y que no siempre mi presencia representa una compañía hostil. ¿Sabes ya cuál es mi nombre?, estoy convencida de que nos hemos cruzado alguna vez o que has oído hablar de mí... si no es así, prefiero que nunca me conozcas si ese es tu deseo, si esa es tu elección pero si, por el contrario, me necesitas para reencontrarte a ti mismo o recuperar tu espacio, solo tienes que pronunciar mi nombre y allí estaré y me quedaré el tiempo que tú quieras, guardando silencio...

01 octubre 2008

Explicaciones a granel

¡¡Qué tendrán que todo el mundo quiere una!! Nos pasamos la vida dando y recibiendo explicaciones y todo para justificar lo que hemos hecho o dejado de hacer o para que nos las den los demás, ¿a qué se debe tanto control y deseo de saber?, ¿para qué?, al fin y al cabo, no importa lo que digas, tengas tus razones o no, te van a juzgar de todas maneras y lo van a hacer de la peor manera posible que es desde "su" postura. Hay una carencia de empatía brutal, estoy harta de que haya gente tan rematadamente burra y no sepa ver más allá, que luego resultan ser los que más empatía demandan.


¡Qué falta de culturilla emocional!, es más fácil vaciar el desierto de arena que hacer ver al que no quiere... ¡si es que no aprendo!, ¿por qué no me resbalarán las cosas?, bah... en el fondo es absurdo, no sé para qué entro al trapo si siempre acabo llegando a la misma conclusión. Sí, ya sé, somos diferentes, los valores, el aprendizaje, los puntos de vista... pero joder, unos mínimos de inteligencia emocional... preocupémonos por aprender a tener unos conocimientos básicos para nuestro beneficio propio y el ajeno, ya que estamos... digo yo; que no es tan complicado, ¡está escrito en los libros!

Tal vez sea una idealista pero es que hay cosas que me superan... en fin, voy a ver si con esta "fuga literaria" aplaco mi insatisfacción por hoy que vaya cúmulo de decepciones llevo esta semanita, la gente está que lo tira, ¡oiga! ¿Quieres una decepción?, porque las tengo repes... podemos jugar al "sile", "nole"...

26 agosto 2008

Carla, la cosa más dulce...


Hasta que no la tuve en mis brazos y olí su piel dulce, la toqué, tan suave, la sentí... me alucinan sus ojitos, sus manitas, sus deditos, todo tan diminuto y a la vez tan perfecto... ¡la experiencia más dulce! La observo durante horas, no me canso de mirarla, me produce una paz tan grande y me despierta un cariño tan intenso, es realmente emocionante que una cosa tan pequeñita me haga sentir esas sensaciones, ¡es flipante!


Me dan ganas de achucharla a cada rato, la dejo reposar sobre mi pecho y siento los latidos de su corazón, se duerme, hace gestitos, arruga la cara, se estira, se despierta, se vuelve a dormir... ¡es tan delicada!, ¡ay mi pequeña Carla!, ¡qué felicidad tan grande!, ¡qué bien que hayas venido!

Es curioso, se parece mucho a mi padre y esto a él le vuelve loco, es lógico. La he escudriñado hasta el último milímetro de su cuerpecito y tiene las manos grandes, como mi madre, los ojos almendrados y las cejas como mi hermano y mi padre, las orejas y los dedos gordos del pie como los de mi hermano. Tiene la barbilla afilada, chiquitina y las piernas y brazos largos... ¡será una chica grande!, apunta a tener los ojos azules pero aún está por ver, es pronto.

De lo único que estoy segura es de que es la cosa más bonita y tierna del mundo y que nos hace muy felices a todos, ¡es una gran suerte y una bendición!
Mi pequeña Carla, crece muy feliz, crece libre y crece sana.
Ya te quiero, ¡enana!, aún eres muy canija pero compartiremos muchas cosas en un futuro.

07 agosto 2008

1er. Ciclo : Birmingham' 94

...tenía diecisiete años, recuerdo que ya había terminado el verano del curso de 3º de B.U.P., debían de quedar escasas semanas para reanudar las clases. En cuestión de días debía decidir si continuaba en el instituto, terminar C.O.U. y emprender el camino de universitaria despistada, pues lo único que tenía claro era que no sabía lo que quería estudiar, o aventurarme con el inglés en un país anglosajón, esas eran mis opciones claras.


El motivo que me llevó a tomar esta decisión viene ahora... Llevaba un tiempo rondando por mi cabeza el hecho de hacer algo por cambiar algunos matíces de mi vida. Era muy consciente de la improbabilidad de que gran parte de mi entorno pudiera cambiar a mi favor, pues intervenían demasiados factores en él, era muy complejo mover ficha así; lo sencillo era salirme del escenario, renunciar a mi papel temporalmente aquí y probar otras cosas que dependieran directamente de mí.
Fue entonces cuando empecé a pensar seriamente en hacer algo que pudiera hacerme sentir que algo se movía, aunque fuera hacia atrás, necesitaba comprobar que había algo que yo podía hacer para cambiar significativamente mi visión de las cosas. Me lo creí, me auto-convencí de ello y en pocos días lo tuve muy claro, me iba a Birmingham a trabajar como au-pair. Entre otras muchas cosas hay una valiosa lección que aprendí de esta experiencia y es que los problemas no permanecen estáticos en un lugar concreto, mientras no los afrontes, se irán contigo donde quiera que estés.
A pesar de los años, curiosamente puedo visualizar con mucha nitidez las caras compungidas de mis padres cuando me fueron a despedir al aeropuerto, mi interpretación de las mismas ahora es: "¡horror, se va mi niña pequeña!" pero fingían la de: "¡has tomado la decisión correcta!, recapitulando, lo cierto es que siempre me he sentido apoyada por ellos en todas las decisiones que he tomado, eso hace más fácil la cuesta-arriba. Con esa edad no es que fuera una cría pero hace catorce años casi nadie tenía móvil, no había tanta información e irse a estudiar al extranjero, aunque fuera a tres horas de avión para una chica como yo, no era muy común, creo recordar.
Era un catorce de octubre, aún cada año lo recuerdo, es como mi aniversario particular en el que estábamos solas mi supervivencia y yo. No era mi primer contacto con el Reino Unido, ya con quince años pasé dos semanas con un grupo de estudiantes de diversas nacionalidades, aquélla fue mi primera experiencia, muy enriquecedora y gracias a la cual decidí regresar. La que sí era mi primera vez era la de encontrarme sola en un país diferente al mío y teniendo que enfrentarme al gran obstáculo del lenguaje y la comunicación. Había estudiado la gramática y todo lo necesario para soltarme con el habla pero aún no me sentía preparada y no era plan de ir con una libretita escribiendo lo que necesitaba. Aún así, cuando llegué al aeropuerto de Heathrow, me acerqué a una señorita que estaba detrás de un mostrador y con mi acento sin pulir e inseguro pero firme le pregunté qué tenía que hacer para llegar a B'ham. Para mi sorpresa me entendió y yo, agudizando el oído a más no poder, entendí que debía de coger un autobús en el andén "X", hasta aquí todo iba bien.
El trayecto duró más de dos horas, me dormía, me despertaba, cabeceaba, creía que me salía del país porque tras tres horas de vuelo más lo que desgasta el hecho de estar alerta para que no te pillen despistao ya me parecía suficiente para un solo día. Después de este interminable trayecto llegué de noche a la "Digbeth Coach Station", que es lo más parecido a la estación de Auto-res. No eran más de las 7pm pero aquél cielo estaba negro y cerrado desde hacía tres horas, dato que descubrí al día siguiente. Tenía la sensación de haber cruzado medio globo, estaba rendida, con unas maletas anti-ergonómicas que pesaban más que mi funda de carne y huesos pero ya tiraba de ellas, más bien arrastraba, porque las sentía como una extensión de mis brazos.
Hasta ese momento tenía la dulce sensanción de tener todo bajo control, me sentía fuerte de moral y crecida, había llegado de Madrid a B'ham yo sola, era un motivo más que alentador para estar motivada y predispuesta a seguir. Esta debía de ser la última parada, cuando bajo del autobús y piso el asfalto gris de la lúgubre estación, hago un examen rápido de la situación y me doy la triste cuenta de que, a parte de un par de borrachos que pululan por allí sin rumbo buscando un banco en el que refugiarse de la fría noche, no había nadie más. La estación estaba cerrada, no había nadie a quien preguntar y, en ese preciso momento, me abandona la dulce sensación y me invade ese angustioso nudo desgarrador que se planta en la boca del estómago y no te deja pensar.
Me constaba que la familia con la que se suponía iba a pasar seis estupendos y maravillosos meses, había salido en mi búsqueda pero ni la llamada desde el aeropuerto a mi llegada ni la que les hice cuando llegué a la estación de autobúses dio con ellos, lo único que conseguí fue dejar un par de mensajes en el dichoso y repetitivo contestador.
Ante aquella desangelada situación y sabiendo que B'ham tenía fama de ser una ciudad bastante peligrosa me entraron unas ganas irresistibles de llorar por la impotencia y el cansancio acumulados; todos los ruidos eran extraños y hostiles para mí, en la lejanía podía escuchar las pisadas de los peatones en los charcos, los camiones de la basura, los coches, mi agudeza sensorial se multiplicó por infinito al cuadrado, creo que podía oír hasta lo más imperceptible de aquélla ciudad cuyo recibimiento me impactó de sobremanera... Tenía que salir de allí cuanto antes si no quería ser víctima de una crisis nerviosa. Me levanté del banco en el que estuve reposando a penas unos minutos pero que me parecieron horas y arrastrando las maletas con una ligereza inexplicable, subí la cuesta que me separaba de aquéllos ruidos estremecedores para cualquier recién llegado y me dirigí a una parada de taxis no muy lejos de la estación.
Subí al taxi como si me estuvieran persiguiendo, como si tras cada paso se fuera desplomando el suelo bajo mis pies, fue una sensación bastante angustiante. Con voz un tanto temblorosa, le indico al taxista a la dirección que voy, no podía estar muy lejos, ¡ya estaba en la ciudad!pero, ya fuera por el cansancio, por el nerviosismo o por ambas cosas, no me entendió. Saqué un trozo de papel de mi bolsillo en el que tenía la dirección de la casa y se lo enseñé, la expresión de asentimiento de su cara me hizo creer que se sentía familiarizado con el destino y me relajó. Ya con mi fatigado cuerpo recostado sobre el asiento y las maletas a merced de las curvas, me dejé llevar sin pensar en nada más, solo que afortunadamente mi viaje estaba muy cerca de llegar a su fin.
Nos encontramos frente a la puerta de la casa de la familia Wilson según rezaba mi pequeño recorte de papel pero allí no parecía haber nadie, todo estaba demasiado tranquilo. Las luces apagadas, solo la del porche estaba encendida y tampoco se veía el coche. Aún no habían llegado, me estarían buscando o esperando en algún otro sitio quién sabe dónde. Tras unos segundos de reflexión, le digo que me deje allí mismo, que me quedo esperando en la puerta hasta que lleguen pero me dice que es muy peligroso, que a veces hay tiroteos y chicos con navajas y que no me deja sola, que mejor llamamos a los vecinos y espero ahí.
Parecía que sabía muy bien de lo que hablaba así que no le contrarié, estaba saciada de acción por lo que acepté su sabio consejo y él mismo, por iniciativa propia llamó al timbre de la casa de al lado. Les explicó no sé qué, yo hacía rato que había desconectado, pero no les importó y accedieron a dejarme pasar. Me ofrecieron un vaso de leche caliente, ya no tenía ni hambre, y estuvímos charlando un rato. Era una mujer con dos hijos, el chico había estado de vacaciones en España, no recuerdo el lugar, y me estuvieron dando conversación hasta que, no sé cómo se enteraron los Wilson de que yo estaba allí. Llamaron a la puerta y con cara de haberme buscado por tierra, mar y aire, me llevaron las maletas hasta mi habitación, en la planta de arriba. Sentí un alivio brutal porque, aunque los vecinos fueron muy agradables y hospitalarios conmigo sin conocerme, para mí el viaje no terminaba hasta que, junto con mis efectos personales, cerrara la puerta de la habitación en la que me hospedaría, detrás de mí.
Por aquél día mi odisea había terminado y lo único que quería era dormir y ver la luz de aquélla fría y oscura ciudad por la mañana.
Lo que pasé allí durante los tres primeros meses es largo de contar, tal vez en otra ocasión. Solo diré que estuve los seis meses que me comprometí pero no en aquélla casa ni con aquélla familia...

04 junio 2008

Una chica con suerte


La suerte ha estado de mi lado en múltiples ocasiones, aunque en algunos momentos haya podido pensar que me había abandonado, sé que siempre ha estado ahí.

El hecho de ser atrevida y emprendedora también me ha ayudado a la hora de tomar decisiones y el haber contado con la baza de la buena suerte ha sido cuestión de corrientes; es decir, a la suerte hay que invocarla, llamarla, hacerla un hueco y tener confianza en uno mismo...

He observado y comprobado que, si proyectas tus objetivos, siendo consciente siempre de tus limitaciones y de las cosas que no dependen directamente de ti, si los visualizas y estás atento a las señales, todo se irá poniendo en su sitio poco a poco. A veces nos sentimos frustrados cuando algo que deseamos no se cumple o no llega a buen término o al final no resulta como hubiéramos querido pero eso no tiene nada que ver con la mala suerte. Incluso me atrevo a decir que es parte de la buena suerte que a veces no se cumplan ciertas cosas que deseamos y que no sabemos la implicación que tienen si se hubieran realizado. Ocurre que, como no se cumplen esas espectativas, las deseamos con más ahínco y quizás nuestro inconformismo las convierta en "supuestas frustraciones" idealizadas.

Nada ni nadie, por muy insignificante que pudiera parecer su paso por tu vida, es casual. La vida da giros inesperados y a lo mejor alguien que pensaste que no podría aportarte nada, de repente un día te "salva". También hay veces, pero eso es condición humana, que nos empeñamos en que alguien nos quiera y se quede a nuestro lado, bien como pareja o como amigo, y estamos tan ofuscados en ello que no vemos que nos desprecian, el amor incondicional no es correspondido o que ni siquiera, se dan cuenta de que estamos ahí.

Sin embargo, luego está la cara opuesta, que todos hemos experimentado alguna vez, y es el de que haya alguien que nos ofrezca todo sin esperar nada a cambio y seamos nosotros los que no la veamos, en fin, estamos en un mundo loco donde el catalogado como "loco" tal vez sea el más cuerdo.

Un consejo, rodéate de gente optimista pero, sobretodo de gente que te quiera de verdad, que te acepte como eres y no te juzgue y si lo hace, perdónale porque también es una condición humana que muy pocos saben amaestrar. Aquéllos que no se merezcan tu cariño déjalos marchar que otros vendrán, valora la calidad y no la cantidad.

Insisto, soy una chica con suerte y doy gracias por todo lo que tengo y no tuve y por todo lo que tengo y nunca tendré. Esa determinada forma de vivir y todo aquello que nos depara la vida nos hace únicos y especiales. La vida es una partida intrepidante, no pierdas tu turno ni dejes de jugar, no temas equivocarte y aprende de tus propias experiencias y de las de los demás, ¡sé listo! y no te de vergüenza... sueña, vive, sonríe, disfruta...

¡¡Te deseo la Vida y mucha Suerte!!

21 mayo 2008

Life in mono

...tras ver que la situación no se resuelve por sí sola, me paro, analizo cómo me siento y llego a la conclusión de que estoy bastante confusa, algo perdida y no menos desorientada... hacía tiempo que no me sentía así. Supongo que se debe al cúmulo de cosas que me han venido sucediendo de un tiempo para acá; todo empezó después del verano con el desalojo de mi casa por una larga e interminable rehabilitación en el edificio que a día de hoy persiste.



Parece ser que, al guardamuebles, no sólo se llevaron empaquetados mis objetos personales sino que algo pasó conmigo y en mi interior en cierta manera pues, desde entonces, no consigo encontrar la estabilidad emocional que tenía y me sosegaba. Desconozco si toda esta situación ha tenido alguna influencia y el grado de la misma pero me siento distinta, que no es malo sino fuera porque no me siento cómoda ni del todo bien así. Tengo la sensación de que no estoy enteramente aquí y ahora, no sé... quiero huir, cerrar los ojos y no pensar, entrar y salir del silencio a voluntad, sentir la dulce brisa del aire y la frescura de la lluvia en mi cara, ir descalza, llorar porque sí, gritar a pleno pulmón... rodearme de niños, compartir su ingenuidad, aprender de la sencillez con la que ven las cosas... plantar flores, acariciar animales, correr por un bosque, flotar en el mar, tirar lo viejo, sustituir, renovar...

Me ahogo en esta apatía, me pierdo en este sin saber, me fatiga esta desmotivación que se ha apoderado de mi ser... he aprendido a escudriñarme y soy tan consciente de cómo me siento que esto hace que se acentúe y haga más latente si cabe... ¡ah!, por desgracia la gente tóxica y poluta aún no se ha evaporado, sigue intoxicando y ensuciando mi espacio con sus casos para "archivo definitivo" a pesar del filtro que instalé pero tanta contaminación ha provocado algunas fisuras y justo ayer se me terminó el hilo de coser.


Necesito un cambio, tal vez radical, me he cansado de ver a la misma gente... me pregunto qué quiero y no hallo respuesta, no sé si la encontraré a base de insistir, díme si sabes dónde puedo encontrar soluciones, o tal vez deba dejarlo estar y un día me levante y sepa, por arte de magia, qué quiero hacer... el tiempo pasa pero no me importa, no tengo prisa ni miedo a equivocarme, es más, estoy en mi pleno derecho, como ser humano y como parte del aprendizaje que me toca. A pesar de todo, no me siento triste, soy optimista y creo en los cambios positivos si los deseas de corazón, lo que ocurre es que sufro de saturación de metales pesados y no encuentro la manera de eliminarlos... tampoco creo que la solución sea salir corriendo porque todo lo que crees que dejas atrás al final te persigue y te atrapa de nuevo. Solo quiero tranquilidad, de nuevo ¡paz!...

05 mayo 2008

Chamberí por un agujerito...


¡¡Qué bien, qué bien!!, estoy entusiasmada, ¿qué digo entusiasmada? estoy pletórica con mi "renovarse o morir" en casa; mueblecito por aquí, lamparita por allá y voilá, la casa parece otra. Vamos, que si no fuera porque cuando entro en ella sale al trote mi "negrita" para recibirme, pensaría que me he equivocado de hogar y digo hogar porque el mío lo es. Nunca fue una casa cualquiera, la verdad, pues ya desde el momento en el que la pisé por primera vez antes de entrar en el juego del Euribor y los intereses, me cautivó. Entre otras cosas, me envolvió su luz, a pesar de ser interior, y ese encanto que tienen las casas centenarias de techos infinitos y puertas con mirilla tipo "celosía"; me atrapó su look, el olor que despedía la madera del suelo y sus paredes asimétricas.
Hablemos del señor Portal y de sus prominentes puertas de madera maciza talladas a mano, protegidas como Patrimonio, a Dios gracias, en las que puedes apreciar las irregularidades de la mano del ya desaparecido artesano. No pasan inadvertidos los llamadores de bronce con forma de cabeza de león. Me pregunto en qué se inspirarían para haber tallado semejante fauna, a lo mejor es que hace cien años había leones en la calle Fuencarral, qui lo sa?; el caso es que todo ello posee el olor, el aspecto y el color de lo añejo, incluso las chirriantes visagras son dignas de mención porque sin ellas, cruzar el umbral de la puerta, no sería lo mismo.

Las incomparables y pintorescas fachadas con encanto, sus balcones de azulejo adamascado y forja desgastada por la erosión, sus persianas de rulo, que no protegen de la luz ni del frío pero que aún descoloridas y desdentadas, nunca olvidan el "buen rollo". Son manzanas emblemáticas que han conocido la Guerra Civil, la peseta y los duros, las manifestaciones de antaño, la movida madrileña... ¡una auténtica revolución!, además de ser escenario de múltiples rodajes cinematográficos y residencia de artistas, ahora también se suma la estación de metro fantasma, si es que ¡¡no le falta de nada!!

Chinos, filipinos, cubanos, colombianos... solitarios, octogenarios, viudas, bohemios, homosexuales, ermitaños... cóctel de cultura y raza donde el perfil de ciudadano medio no existe. Mi comunidad no se parece a las convencionales, es "multi" por definición y así es como me gusta, con Don Manolo, la señora Juana, Xiao Jing o Guadalupe María. Hay respeto que, al fin y al cabo, es lo que espero de mis vecinos, esos compañeros de escalera del lugar en el que vivo.

Sales a la calle, se siente el murmullo a dos pasos, está plagado de tiendas, cines, una galería de alimentación de las de toda la vida, compitiendo a toda máquina con Opencor; cafeterías, bares, restaurantes, perfumerías, salas de juego, librerías, bancos, plazas, locutorios, gimnasios, tiendas de moda... el tráfico rodado, el metro, bloques de casas rehabilitadas, también de nueva construcción, academias, estancos, angostos locales cerrados hace años pero con la leyenda intacta que reza "niquelador", "broncista" o los típicos de la saga "Ferretería Martínez" o "Mercería Toñi" que pasaban de padres a hijos, hasta cuatro y cinco generaciones, oficios que proliferaban antes del boom de los MBA y las profesiones "trendy".

Lo actual se fusiona con lo antíguo, con lo desgastado por el uso y el paso irremediable de las estaciones, dando como resultado una estampa sin parangón... graffitis multicolor, farolas cargadas de carteles de "se vende piso", "se ofrece asistenta del hogar", "pintor económico", "reformas integrales"... paredes empapeladas con pósters anunciando la programación de mayo de la Sala Clamores y la promoción de las Navidades de 2007 del mítico Honky Tonk.
Adoro a esta ciudad, sobretodo por la noche. Muy a mi pesar no puedo ver más que un pedazo de cielo desde mi ventana, es lo que más echo de menos de los sitios en los que he vivido con anterioridad pero está claro que no se puede tener todo y lo tengo asumido. No sé el tiempo durante el cual habitaré esta modesta morada, desearía que fuera el suficiente como para llevarme, a donde quiera que sea mi siguiente destino, todo el aroma de este "Mi Barrio" que me lleva acogiendo dos años y medio hasta la fecha. Pasé muchas veces por aquí antes pero nunca imaginé que acabaría viviendo y que me encantaría...

28 abril 2008

Espacio libre de gente tóxica y poluta

Si tan solo pudiera irme de aquí en este preciso momento, si pudiera dejar todo esto hoy lo haría ahora mismo, saldría corriendo sin mirar atrás... ¡¡cuánta negatividad concentrada en tan pequeño espacio!!, si pusieran el mismo empeño en arreglar las cosas o a crear en lugar de destruir, ¡¡serían auténticas máquinas!!... y es que me aturden, me aburren, me soliviantan, ya no puedo más, es un entrar y salir de gente que viene, me vomita su "historia de terror" del día con tono chirriante y gestos desmesurados, subiendo y bajando las manos, incluso acercándomelas excesivamente a la cara, casi metiéndome los dedos en los ojos, acompañadas de sacudidas de cuerpo y ojos encolerizados... les veo venir, vienen derechitos a envenenar mi espacio... y yo ahí, sentada en mi mesita ante la bestia, tratando de pasar desapercibida, sin hacer ruido ni molestar a nadie... me habla sin descanso, uniendo una frase con otra, conteniendo incluso la respiración para que no se le escape ni un quejido, y yo, desde mi humilde silla, asiento con la cabeza como "claro, te entiendo, vaya... aha" y cuando ya se ha despachado a gusto, se va por donde ha venido, sin preguntar si quiera un "¿y tú qué tal?" y me quedo ahí, ojiplática y espectante, dudando entre si era una pesadilla o realmente estaba sucediendo... antes de que los ecos agudos que aún revolotean por la sala se filtren en mi taciturno cerebrito y hagan mella, cojo aire profundamente y lo exhalo al tiempo que cierro los ojos y calmo la agitación que me ha trasmitido ese ser egoísta y buen hacedor de monólogos contaminados con un "aaaaoooooommmmmmm...".

...aún estoy entreabriendo los ojos y volviendo de mi breve reposo ulterior cuando entra otro ser, más encolerizado que el anterior, y repite la misma operación, nefasta para mi casi inagotable paz interior... y yo me pregunto, ¿¿es que acaso tengo cara de papelera de reciclaje o mi espalda les recuerda al muro de las lamentaciones??, me provocan un agotamiento psíquico fuera de lo común... todos los días la misma historia... quiero renunciar, oiga, ¿¿a quién tengo que dirijirme??, es que al final, la que acaba mal soy yo, que no me sometan a esto porque no estoy por la labor, que si lo llego a saber no vengo y no me provoquen que no me cuesta nada irme por donde he venido... ¡he dicho!

Que dejen ya de quejarse a mí, de hacer ese ruido molesto, ese tan incómodo y devastador para mis sentidos... llega por fin el fin de semana, encuentro la paz que necesito para desintoxicarme de tanta negatividad y pesadumbre que me rodea para el lunes volver a empezar... qué pereza me da este lugar... y qué vidas tan vacías tienen algunos que solo saben hablar de las de los demás y de su propio ombligo, qué desilusión y qué pena de espacio inútil habitado por seres como estos... los "homo in-sapiens".

Yo no soy ni mucho menos perfecta, tampoco lo pretendo ser pero no me creo tan egoísta e insensible, en fin... ¡paz! y a ver si alguien se equivoca un día de sala y me regala una sonrisa, una historia alegre, trae buenas noticias, que también las tiene que haber, o simplemente me habla de algo intrascendental, mientras tanto, hago lo posible por hacerme impermeable a tanta estupidez y conversación hueca que no transmite nada más que desorden y ruido, como el que hace cuando se pisa el vidrio roto. Cada vez me cuesta más sonreir, ésta ya no es tan nítida, se va haciendo borrosa... y lo más triste, es que yo no soy así.

23 abril 2008

Pensión Compleja (por Risto Mejide)

Este "Hartículo", como lo titula el archiconocido y polémico Risto, lo rescaté de uno de estos periódicos que puedes coger "gratis" en cualquier boca de Metro para hacer más liviano el trayecto.

Será como sea pero la verdad es que no escribe mal, no es lo primero que leo de él y me gusta. Le "uso" para mi primera publicación ya que me está costando tanto romper el hielo y lanzarme a escribir algo más personal. Me he decidido a copiarlo de forma literal, para que aquél que esté interesado o solo por el simple hecho de no tener nada mejor que hacer, lo lea. Pues ahí va!!, tal vez alguno de vosotros se sienta, en modo alguno, identificad@.


"Antes que nada, perdona si huele un poco a cerrado, hacía mucho tiempo que nadie se alojaba aquí, y menos aún con la intención de quedarse. Ábreme bien de puertas y ventanas. Que corra el aire, que entre tu luz, que pinten algo los colores que a este azul se le suba el rojo, que hoy nos vamos a poner moraos.
Y hablando de ponerse, vete poniendo cómoda, que estás en tu casa. Yo, por mi parte, lo he dejado todo dispuesto para que no quieras mudarte ya más.
Puedes dejar tus cosas aquí, entre los años que te busqué y los que te pienso seguir encontrando. Los primeros están llenos de errores, los segundos, teñidos de ganas de no equivocarme otra vez.

El espacio es tan acogedor como me permite mi honestidad. Ni muy pequeño como para sentirse incómodo, ni demasiado grande como para meter mentiras.
Mis recuerdos, los dejé todos esparcidos por ahí, en cajas de zapatos gastados y cansados de merodear por vidas ajenas. No pises aún, que está fregado con lágrimas recientes, y podrías resbalar. Yo te aviso.
El interruptor general de corriente está conectado a cada una de tus sonrisas. Intenta administrarlas bien y no reírte demasiado a carcajadas, no vayas a fundirlo de sopetón.

No sé si te lo había comentado antes, pero la estufa la pones tú. Y hablando del tema, he intentado que la temperatura del agua siempre estuviera a tu gusto, pero si de vez en cuando notas un jarro de agua fría, eso es que se me ha ido la mano con el calentador. Sal y vuelve a entrar pasados unos minutos. Discúlpame si es la única solución, es lo que tenemos los de la vieja escuela, que a estas alturas ya no nos fabrican ni los recambios.

Tampoco acaba de funcionarme bien la lavadora. Hay cosas del pasado que necesitarán más de un lavado, es inevitable. Y hay cosas del futuro que, como es normal, se acabarán gastando de tanto lavarlas. La recomendación, ensuciarse a su ritmo y en su grado justo. Eso sí, no te preocupes por lo que pase con las sábanas, que las mías lo aguantan todo.

Para acabar, te he dejado un baño de princesa, una cama de bella durmiente, un sofá de puta de lujo y algo de pollo hecho en la nevera. Para que los disfrutes a tu gusto, eso sí, siempre que sigas reservando el derecho de admisión.
Aquí no vienes a rendir cuentas, sino a rendirte tú. Aquí no vienes a competir con nadie, sino a compartirte a mí. Y lo de dar explicaciones, déjalo para el señor Stevenson.

El resto, no sé, supongo que está todo por hacer. Encontrarás que sobra algún tabique emocional, que falta alguna neurona por amueblar, y que echas de menos, sobre todo al principio, alguna reforma en fachada y estructura.
Dime que tienes toda la vida y voy pidiendo presupuestos. Dime que intentaremos toda una vida e iré encofrando mis nunca más".